En un webinar de la CESS, el experto Diego Valero explicó cómo esta disciplina puede incentivar el ahorro
“El éxito de los sistemas complementarios de pensiones está íntimamente vinculado a la economía del comportamiento”
22 de Junio de 2021
El martes 22 de junio, el Dr. Diego Valero, Profesor de la Universidad de Barcelona y de la London School of Economics en programas especializados de pensiones y economía del comportamiento, realizó una presentación sobre "El rol e importancia de los segundos pilares en los sistemas de pensiones multipilar o mixtos", en una conferencia virtual organizada por la Comisión de Expertos en Seguridad Social (CESS).
El Dr. Valero, también fundador y presidente de Novaster, una consultora de pensiones líder en España y Latinoamérica en asesoramiento previsional y de inversiones y riesgos, expuso acerca de “la enorme relevancia que tienen los sistemas de ahorro y el ahorro en concreto en los sistemas multipilares de pensiones”, de la relación entre los sistemas complementarios y la economía del comportamiento, y del modo en que esta disciplina puede incentivar el ahorro.
Valero repasó cómo se trabaja en el ámbito de Europa y de la OCDE en general para desarrollar los sistemas complementarios que pueden ser ocupacionales (de segundo pilar) o individuales (de tercer pilar). “Fundamentalmente hay tres sistemas para tratar de potenciar el ahorro adicional, el ahorro complementario”, indicó.
El primero “bien sencillo” es hacerlo obligatorio, aunque Valero reconoció que no es tan fácil de llevarlo a la práctica. Sin embargo, destacó que este método “obviamente consigue aumentos de las cantidades ahorradas”. El segundo son los sistemas conductuales, que están basados en la economía del comportamiento. Para Valero, la economía del comportamiento es “la única forma exitosa en el mundo para el desarrollo de estos sistemas complementarios”.
Uno de los casos paradigmáticos de ese modelo es el sistema ocupacional Nest de Reino Unido. En este sistema, los empleadores deben inscribir obligatoriamente a los trabajadores en un esquema de ahorro complementario y estos, en un determinado plazo pueden decidir desafiliarse, previa información del impacto de su decisión en la futura jubilación. El aporte es compartido y fue creciendo mediante varios escalones hasta alcanzar el actual 5% a cargo de trabajadores y 3% a cargo de los empleadores. Si el trabajador decide no participar, periódicamente se le recuerda la opción de integrarse a ese esquema de ahorro complementario.
La tercera forma de potenciar el ahorro es a través de incentivos financieros y fiscales, un recurso del que Valero es crítico al considerar que ayudan “sobre todo a inmovilizar el ahorro”. “Normalmente, las personas que no ahorran no se ven motivadas por el hecho de que el ahorro tenga un incentivo fiscal”. Sin embargo, “lo que suele suceder” es que las personas que ya están ahorrando hagan un ahorro inteligente pero “por lo general no aumenta realmente el ahorro”. Además, Valero señaló que las deducciones fiscales suelen beneficiar más a las personas con ingresos altos y medios. Y en términos generales, si bien “no hay estudios concluyentes”, el experto explicó que “muchos de ellos” muestran que el incremento de ahorro nacional derivado de la incentivación es escaso.
Más allá de su visión crítica al respecto, Valero afirmó que si se establecen estos incentivos deben ser sencillos, generales -que alcancen a todo le mundo y no solo a gente con determinados niveles de renta- y estables.
Por su parte, Valero notó que el enfoque de los sistemas conductuales se basan en dar facilidad para el ahorro y en la comprensión de la psicología de las personas.
Cómo desarrollar sistemas complementarios (ocupacionales o individuales)
“Lo más exitoso en el mundo tiene que ver con la aplicación de elementos de economía del comportamiento como por ejemplo la afiliación automática”, afirmó Valero. Esto se da en el caso en que un trabajador queda inscripto en el sistema de ahorro al comenzar a trabajar en una empresa, por ejemplo. El éxito de estos recursos responde a que “nos cuesta mucho tomar decisiones, sobre todo si las decisiones son sobre temas que no dominamos y que no conocemos”. Por eso, las opciones por afiliación automática “son tremendamente potentes” al facilitarnos la elección cuando no sabemos qué decidir.
Entre las sugerencias de Valero para el desarrollo de sistemas complementarios se encuentran: la afiliación automática, las opciones por defecto, que los sistemas sean sencillos y transparentes – de modo tal que la gente entienda dónde le están cobrando y que esos ahorros son suyos- baratos y que haya entes reguladores independientes y calificados, entre otras.
Lecciones de la economía del comportamiento
“El éxito de los sistemas complementarios de pensiones está íntimamente vinculado a la economía del comportamiento”, afirmó Valero, al tiempo que explicó los fundamentos de la disciplina y cómo se relaciona con los sistemas jubilatorios.
La economía del comportamiento, señaló, se basa en combinar la economía convencional, con la sicología, sociología y antropología para tratar de entender cuáles son los procesos de toma de decisiones de las personas. Esto se enmarca en las ciencias del comportamiento.
Valero señaló que nuestro cerebro trabaja a dos niveles: el sistema 1, automático, no reflexivo e inconsciente, mediante el cual tomamos prácticamente el 95% de las decisiones. Y el sistema 2, reflexivo, laborioso, deductivo, más lento y que usamos mucho menos por una cuestión de supervivencia.
Nuestro cerebro “trata de usar el sistema 1 mucho más que el 2” lo que nos lleva a tomar atajos mentales. Así, “no tomamos decisiones plenamente racionales en todo momento pero sí utilizamos ciertos atajos mentales que nos permiten simplificar el proceso de toma de decisiones”. Esos atajos mentales, llamados eurísticas “son útiles pero nos llevan a cometer errores” que son los sesgos conductuales. Los sesgos pueden ser cognitivos o emocionales y hacen que podamos tomar decisiones “desviadas con respecto a lo que puede ser un comportamiento racional”. Sin embargo, como son “predecibles y su volatilidad no es alta” podemos actuar sobre ellos.
Los sesgos cognitivos derivan de la percepción de la realidad y los emocionales de cómo sentimos la realidad. El experto explicó que uno de los sesgos fundamentales de nuestro cerebro es el de presente y el de status quo. “Valoramos infinitamente más una satisfacción inmediata que una satisfacción diferida en el tiempo”, dijo Valero. Y agregó: “Por eso ahorrar voluntariamente es casi imposible, porque nuestro cerebro nos empuja al disfrute inmediato”. Como ahorrar para el futuro hoy no nos produce satisfacción inmediata, no tenemos una tendencia a hacerlo.
En cuanto a los sistemas de pensiones, según mencionó Valero hay tres sesgos sobre los que hay que trabajar para conseguir que sí ahorremos: el autocontrol, la inercia (nos cuesta mucho tomar decisiones sobre todo acerca de temas que no conocemos entonces tendemos a no hacerlo), y la aversión a la pérdida (la tendencia a considerar el ahorro como una pérdida).
Trabajar el concepto global del ahorro y entender cómo actúan las personas, sus sesgos y mecanismos de acción contribuye a poder identificar cómo incentivar el ahorro.