Como en el resto del mundo, a nivel local se reduce el peso del empleo que requiere bajas calificaciones

Estudio sobre la automatización del trabajo en Uruguay recomienda ajustar la formación a las demandas cambiantes del aparato productivo

19 de Abril de 2021



El mercado de trabajo y la seguridad social fue el tema central del webinar, realizado por la Comisión de Expertos en Seguridad Social (CESS) el 16 de abril, en el que se presentó un trabajo sobre la “Densidad de cotizaciones al Banco de Previsión Social (BPS)” y otro sobre la “Automatización y empleo en Uruguay”.

Diego Aboal, director del Instituto Nacional de Estadística (INE); Andrés López, director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la Universidad de Buenos Aires, y Roxana Maurizio, Especialista Regional en Economía Laboral para América Latina y el Caribe de la OIT, expusieron sobre su investigación “Automatización y empleo en Uruguay”.

El estudio contiene una serie de recomendaciones para que el país esté en mejores condiciones de afrontar los desafíos que emergen de los cambios registrados en el mundo laboral, a partir de la creciente incorporación de tecnología.

En particular, concluye que el sistema de formación profesional debe contribuir a reducir la brecha entre la oferta y la demanda de calificaciones, habilidades y conocimientos. Para lograr ese objetivo, es preciso generar una “estrecha conexión” entre el contenido de la formación profesional y las demandas cambiantes del aparato productivo.

El foco en la capacitación responde a que a nivel local, al igual que ocurre en el resto del mundo, cada vez se constata un menor peso del empleo que requiere bajas credenciales educativas.

Durante la conferencia, López sostuvo que no hay evidencia a nivel internacional que sugiera un vínculo entre la innovación y la pérdida de empleo. Sin embargo, de lo que sí hay evidencia “bastante importante” es que los cambios tecnológicos tienen impactos “muy fuertes” en la composición de la demanda de trabajo, que tiene un sesgo hacia empleos que requieren una mayor calificación.

Por su parte, Maurizio presentó cinco categorías utilizadas en el estudio para clasificar el tipo de tareas y estudiar su comportamiento: manuales rutinarias, manuales no rutinarias, cognitivas rutinarias, cognitivas no rutinarias analíticas y cognitivas o rutinarias interpersonales. A continuación, indicó que en Uruguay, entre 2003 y 2016, la intensidad de las tareas marcadas por lo cognitivo verificó, en los tres casos, una evolución positiva, mientras que se redujo la intensidad de las categorías en las que prima lo manual.

Aboal presentó el análisis sobre dos sectores: el financiero, basado en la experiencia de los últimos años del Banco República, y el forestal, centrado en la empresa UPM.

El especialista hizo hincapié en que en ambas firmas la incorporación de tecnología con el objetivo de reducir costos y mejorar la productividad estuvo acompañada de instancias de capacitación y cambios organizacionales.

Respecto al sector forestal, Aboal estableció la necesidad de brindar alternativas a los trabajadores que se dedican a actividades manuales y de generar asociaciones entre distintos actores para promover la capacitación. Además, sostuvo que el sector público debe colaborar con las pequeñas y medianas empresas del sector que, a diferencia de las grandes compañías (como es el caso de UPM), no tienen la capacidad de ofrecer cursos de formación a sus empleados.

De cada tres meses un trabajador aporta solo dos al BPS

El webinar también incluyó la presentación del trabajo “Densidad de cotización al BPS” (Nota técnica Nº5 de la CESS cess.gub.uy/es/notas_tecnicas), un análisis elaborado en el marco de la Secretaría Técnica de la comisión.

Su autor, Nicolás Bene, gerente de Análisis Actuarial de Prestaciones de Largo Plazo del BPS, explicó que la densidad de cotización se define como la proporción de tiempo que un trabajador aporta a la seguridad social en un determinado período.

Asimismo, señaló que se trata de una variable relevante para evaluar la cobertura de un sistema previsional porque el acceso a las prestaciones jubilatorias depende de alcanzar una cantidad mínima de años de aportes.

Según el estudio, en promedio, los trabajadores cotizantes al BPS realizan aportes dos meses cada tres. A su vez, la densidad de cotización de las mujeres es casi seis puntos porcentuales inferior a la de los hombres.

De acuerdo con el estudio, “en prácticamente todas las edades la densidad promedio de las mujeres es menor que la de los hombres”. 

Se observa, además, que la continuidad de los aportes crece a medida que aumenta la edad de los trabajadores y sus ingresos. Entre los quintiles que perciben mayores y menores ingresos, la densidad de cotización presenta una diferencia de 36 puntos porcentuales. En este sentido, el análisis muestra que generalmente, “cada quintil tiene una densidad promedio superior a sus quintiles inferiores para cada una de las edades”.